Como actividad alternativa a los huéspedes que nos visitan en sus vacaciones de ski, Ladera Sur (www.laderasur.com.ar) los invita a realizar una actividad distinta para disfrutar a fondo la naturaleza y la montaña.
Es temprano por la mañana, estamos preparando todo el equipo necesario para realizar una experiencia inolvidable. Nuestro guía de montaña, Cristian «Witto» Valdatti, nos acompaña guiándonos en una excursión de Ski de Travesía. Destino: el volcán Lanín. Es curioso que sea un vocablo que en lengua mapuche signifique roca muerta, porque nada de difunto hay en sus magníficas laderas que alcanzan los 3.776 metros de altura. El día recién comienza y una gran aventura nos queda por delante.
Partiendo del Cerro Chapelco, lugar donde se halla Ladera Sur, nos dirigimos hacia la seccional Río Turbio, en el Parque Nacional Lanín, situado 100 km. de San Martín de los Andes. Una vez allí, siguiendo las normativas de seguridad que se requieren para autorizar el ascenso, nos registramos en la oficina del Guarda-Parque informándole nuestra ruta, como también verificando las frecuencias de radio que nos permiten comunicarnos con él.
Luego, ingresamos por una huella agreste con nuestro vehículo 4×4. Todo marcha a la perfección hasta que un árbol caído en la última tormenta nos impide el paso. No obstante, la recompensa era grande, así que decidimos continuar a pié. 2 km más adelante nos encontramos con el primer manchón de nieve. Allí, nuestro guía realizó una breve charla técnica y al pié del volcán iniciamos el recorrido desde los 1.100 m.s.n.m.
Ayudados por nuestros esquís, equipados con una piel de foca sintética, podemos deslizarnos en ascenso. Mientras vamos cuesta arriba, apreciamos el paisaje. La inmensidad del Volcán Lanín visto desde su base es apabullante.
Su cumbre, visible y la ruta elegida por la cara Este, con el sol a nuestras espaldas, nos permite apreciarla en todo su esplendor.
A medida que subimos, nuestro guía nos muestra la ruta de ascenso y
descenso, elegida precisamente para no transitar por zonas peligrosas donde se podrían generar avalanchas y para permanecer fuera de cualquier peligro.
A lo lejos, divisamos nuestro objetivo: una roca a 2.300 m.s.n.m. que los lugareños llaman El pan dulce debido a la forma que adoptó por el rápido enfriamiento de la lava en medio de erupciones antiquísimas.[1]
La actividad es emocionante. La pendiente, en el inicio, no es pronunciada.
Las instrucciones de nuestro guía y las paradas necesarias para descansar e hidratarnos nos permiten avanzar cómodamente. Nos acompaña un sol radiante y no tenemos vientos hasta llegar a los 1.800 m.s.n.m donde comienza a soplar una brisa fría y la pendiente empieza a ser un poco más pronunciada.
Luego de haber andado cuatro horas, el cansancio nos obliga a tomar un descanso. La montaña no da tregua y estando a unos 30 minutos de nuestro objetivo el guía nota que el fuerte sol está derritiendo la nieve y que la convierte rápidamente en un terreno que dificultará nuestro esquí en el descenso. Por lo tanto, mientras el silencio nos acompaña, decidimos respetar la voluntad de la montaña. Comemos unas frutas secas y nos hidratamos lo suficiente para iniciar el regreso. Ajustamos las botas, retiramos la piel sintética de la base de las tablas y anclamos las fijaciones para esquiar con seguridad.
El descenso es rápido y fascinante, en medio de rocas volcánicas que crean un paisaje único, nos deslizamos pendiente abajo, zigzagueando por nieve virgen. Nos detenemos para tomar las últimas fotografías y recordar nuestra aventura, observando el descenso de nuestros compañeros que esquían libremente disfrutando la montaña.
Una vez en la base, nos sentimos emocionados por haber disfrutado esta experiencia y le prometemos al Lanín volver el próximo año. Tal vez lo encontremos dormido y logremos alcanzar nuestro deseado Pan Dulce.
Cronista: Rodrigo Loredo
Para NoticiasOutdoor
Ladera Sur: www.laderasur.com.ar
Guía Cristian «Wytto» Valdatti: [email protected]
[1] La última vez que entró en actividad fue en el siglo XVIII.
Amo el Volcán Lanín