Expedición Argentina Everest 2010. Novedades desde el Campo Base

Expedición Argentina-Everest 2010

Este es un nuevo reporte de la Expedición Argentina Everest 2010 – CAB / FASA.

Al arribo de esta info, sabemos que el equipo de la Expedición Argentina Everest 2010 esta subiendo por 2º vez al Campamento 1, para quedarse un par de jornadas aclimatando a la altura (6.150 ms), para luego volver al Campo Base (5.300 mts).
Se espera que el inconvenente técnico del teléfono satelital pueda subsanarse finalmente en los próximo días.
Distinatas cancelaciones de vuelos (tema volcán Islandia) hicieron que el director de la Expedición Francisco Minieri Saint-Béat finalmente viajara en la noche de ayer Lunes 19, vía Miami – Katmandu. Se calcula que para fin de mes, estarán todos reunidos en el Campamento Base.

19/4/2010 – REPORTE CAMPO BASE  y CAMPAMENTO 1 – 6.150 MTS – (Días  26)

Expedición Argentina-Everest 2010

Escribe Alvar Puente

Periche parece el último bastión de la civilización en el valle del Khumbu, a partir de este pequeño pueblito las laderas de las montañas se van acercando paulatinamente unas a otras conformando lo que es un clásico valle glaciar en U. Los kilómetros van quedando atrás y los metros se van haciendo sentir en la respiración agitada, el proceso de aclimatación es una lenta transformación del cuerpo y del espíritu, nada se parece en la vida cotidiana a estar sometido a la carencia de oxigeno por tiempo prolongado, desde el más sencillo acto de agacharse para atarse los cordones se puede convertir en una tarea opresiva para los pulmones y vacilante para la cabeza, con lo que la concentración es una más de las consignas a tener en cuenta durante el acercamiento.
Acometemos la ladera este de lo que ya representa el macizo del Everest y después de un par de horas de ascenso llegamos al caserío de Dhukla en donde tras una hidratación dilatada nos enfrentamos a una cuesta morrènica de unos 200 mts de desnivel, la primer muestra concreta del tamaño de este gran coloso que es el Chomolugma, la morrena frontal no sólo es descomunal sino que también presenta piedras del tamaño de containers portuarios, sino más… La caravana, que a esta altura sigue compartiendo a las expediciones y a los grupos de trekking que van hasta el base, es interminable y bajo los rayos del torturante sol por momentos el acercamiento a Logbuche se hace costoso. La tarde avanza y con la caída del sol llega el frio profundo, solo combatible desde las plumas de las espesas bolsas de dormir, en los hostels la única calefacción es una estufa en el centro del comedor, donde posteriormente sherpas y porteadores armaran sus jergones para pasar la noche, mientras las habitaciones son gélidas estancias de piedra que ayudan a dar una idea de lo que serán las noches en el campo base y en los campamentos superiores.
La fresca mañana trae el escenario nuevo de cielos diáfanos y nuevas vertientes y aristas de gigantescas montañas que hasta ahora sólo reconocíamos en relatos himalayescos, en este caso es la arista sudeste del Nupse, cumbre inferior del macizo del Everest, que por pocos metros no se convierte en uno más de los ochomiles, la que atrae nuestras miradas y nuestras ilusiones; sabemos que del otro lado de esta inescalada cresta nos espera la tan famosa y temida cascada del Khumbu, escollo inevitable de la ruta por el collado sur a la cima del mundo.
Caminamos por escasas horas sobre la morrena lateral del Khumbu, que ya entre las piedras va mostrando sus primeros hielos, hasta llegar a nuestro nuevo destino y último antes de llagar al base, el caserío de Gorak Shep en la base del Pumori a 5200 msnm. La comodidad de los alojamientos previos ya muestra la incomodidad de vivir y de construir a esta altura del valle. Escaso confort pero como siempre con muchísima hospitalidad nos reciben a nosotros y a otras alrededor de 50 personas, almuerzo liviano y sin dilación actividad de aclimatación subiendo al mirador del Khalapathar, hombro a 5600 msnm camino al campo uno de la arista sur del imponente Pumori.  El viento arrecia y con él el frio que en esta latitudes puede convertirse en un odioso enemigo que junto con la carencia de oxigeno hace de un placentero paseo un agónico calvario. Fotos de rigor, filmaciones para mostrar en casa que seguimos enteros y adelante y entre mate y mate hacemos pasar las horas antes de irnos a dormir con la excitación de la llegada al base en la próxima jornada.

Los últimos kms son intrincados y complejos, el sendero es angosto y los cuellos de botella se suceden entre caminantes, porteadores y yaks. Ya desde lejos se van viendo los vivos colores de las decenas de carpas que atestan el campo base; habíamos tenido la oportunidad de observar desde el Khalapathar la pequeña ciudad de aluminio y tela que se desperdiga en la margen occidental del glaciar del Khumbu, por lo que llegar a ella no resultó tan impactante aunque no deja de ser impresionante. Decenas de carpas y tiendas cocina y comedor se desparraman entre espolones de hielo, lagunas congeladas y arroyos sumidero del glaciar. Una pequeña ciudad estacional que ebulle durante los 3 meses previos al monzón y que desaparece año tras año dejando atrás algo de basura, centenares de plataformas talladas por el hombre que con el avance del hielo desaparecerán hasta la nueva arremetida, y por sobre todo deja en este angosto valle las esperanzas y las alegrías de cientos de escaladores que lo dejan todo por llegar a la cima del mundo.
Callejuelas talladas en el hielo entre plataformas y tiendas nos van llevando al pie de la cascada Khumbu, donde se encuentra nuestro campamento, bien al fondo del base. El idioma de rigor es el ingles y abundan los saludos de cortesía, desconocemos el lugar de origen del resto de las expediciones, de seguro que tendremos tiempo de sobra de sociabilizar. Desensillar se hace más fácil de lo esperado ya que los sherpas han  instalado ya nuestras carpas, por lo que sòlo nos queda ayudar en la instalación de los baños y el mejoramiento de los caminitos dentro del campamento. Todos damos la espalda a la inquietante cascada, necesitamos tiempo para sobreponernos a su impactante presencia, durante las primeras horas espero ansioso, a modo de test, que alguno de los chicos haga algún comentario al respecto, el silencio es de tumba, se lo atribuyo a la aclimatación no sólo a la altura sino a la presencia del coloso, del sueño, del ansiado objetivo desde hace casi dos años, con su principal escollo, los seracs del Khumbu.
Las jornadas se suceden entre reinstalaciones en el campamento, tensión de sobretechos, electrónica de paneles solares, cables, movimiento de piedras, comidas opíparas y largas charlas sobre lo que se viene en los próximos días. No hay forma de abstraerse de la presencia del Everest, aunque no podamos ver la cumbre, tanto las avalanchas de nieve como de hielo y piedras se suceden  con el paso de las horas recordando que los riesgos son reales y que de nuestra estrategia y de nuestra agilidad a la hora de superar la cascada de seracs va a depender buena parte del éxito de la expedición.
A la caída del sol nada hay que hacer respecto del violento frío, se zambulle de los más que soportables 10º C a los torturantes -15 que escarchan hasta el té dentro de los termos en el interior de las carpas. Los rituales a la hora de irse a dormir dentro de la tienda de campaña distan bastante de los habituales en nuestra lejana Patagonia, meterse en la bolsa de dormir demora unos minutos, levantar la temperatura es crucial y entramos todos vestidos hasta que el plumón de la bolsa toma temperatura y podemos comenzar a sacarnos capas. Durante el día el sol es atesorado minuto a minuto, rara vez se sufre de calor pero se disfruta.
El 12 de abril nos encuentra bastante instalados y a la espera de la Puja, una ceremonia budista por la que ya pasamos en Pangboche, en este caso con un lama distinto y con tintes más festivos, en la que se bendice el material de escalada, a los sherpas y a todos aquellos que pretendan ir a la cumbre, sin esta ceremonia nadie de nuestra expedición debe salir hacia el campamento 1, los dioses no lo aprueban, lo que podría traer mala suerte a todo el campamento. Frente a la cascada el lama entona canticos, el tambor retumba, el Té nepalí circula y las horas pasan, llega el mediodía y al finalizar la ceremonia comienza el festejo junto con los sherpas, la cerveza corre y finalmente los bailes tradicionales nos unen en un solo canto aderezado con un brebaje local llamado CHA, altamente alcohólico, mezcla de fermento de harina de trigo con fermento de arroz; el dolor de cabeza y el malestar no se hacen esperar y la tarde nos encuentra cansados y en algunos casos hasta descompuestos. Sin embargo el intercambio cultural  y de tradiciones dejan un sabor dulce y el agregado de tener la venia de los Dioses para encarar la siguiente etapa de la expedición, subir a los campamentos superiores, aporta tranquilidad al grupo, principalmente a los lugareños.
Las prácticas en la parte inferior de la cascada son acotadas pero sumamente útiles, sabemos que la aclimatación se mezclará con el apremio de superar los 700 mts de desnivel y de riesgo de caída de seracs, por lo que maniobrar con agilidad en las cuerdas fijas y las escaleras de aluminio es crucial. Los doctores de la cascada, experimentados sherpas, definen una línea que atraviesa los peligros de este afamado glaciar del Khumbu, sorteando grietas y verticales paredones con rudimentos de cuerdas y escaleras de aluminio.
Finalmente el día 14 planeamos nuestro primer asalto a la cascada de seracs, el horario elegido es a las 4 de la mañana, el clima lo impide y como en la noche anterior un manto de nieve fresca cubre el campamento, acompañado de un arreciante viento que hace que posterguemos la partida para las 9 de la mañana, con la intención de comenzar el reconocimiento de la ruta, a sabiendas que se nos hará imposible superar la cascada en toda su extensión. Pasamos largas horas caracoleando por entre gigantescos y amenazantes bloques de hielo, recorremos un tercio de la distancia que nos separa del campo 1 y justo antes del comienzo de una zona más escabrosa detenemos la marcha, hidratamos y picoteamos algo y emprendemos el regreso al campamento.  Si el clima lo permite encararemos nuevamente a eso de las 4 de la mañana del día siguiente la ruta hacia al campo 1. Tarde de descanso y de planificación. La noche nos encuentra viendo una película en una de las computadoras, un placer de sibaritas que forma parte de una expedición de 2 meses en la que el presupuesto permite portear objetos que por momentos parecen banales en la montaña pero que en ésta en particular están permitidos.
Madrugamos nuevamente y en esta ocasión los cortantes -18º nos reciben con un despejado cielo que indica que en una hora más hemos de partir hacia los 6150msnm del campo 1.  Ya se ven las luces de las linternas de los sherpas, incansables trabajadores del Khumbu, que transitan la cascada en dirección  al campo 2, nosotros por nuestra parte nos tomamos nuestro tiempo para desayunar abundantemente y a eso de las 4 de la mañana arrancamos con nuestras botas triples, abrigo de duvet, crampones, piquetas, arneses y demás objetos que nos permitan alcanzar nuestro objetivo de la jornada. El frío arrecia y asusta, el aire escasea y la combinación de ambos castiga la garganta hasta hacernos toser convulsivamente.
Arrancamos todos juntos a un ritmo cansino, poniendo a prueba nuestros pulmones y nuestro corazón; lentamente y con un esfuerzo regulado vamos ganando altura en la tortuosa cascada, sherpas de otras expediciones van entremezclándose entre nosotros y el grupo va disgregándose, a medida que se sube y nos acercamos al amanecer los dedos se van entumeciendo cada vez más a la espera del ansiado sol. Las dificultades parecen desaparecer en el tramo más empinado de la cascada; las escaleras más largas y estremecedoras llegan a una esperada planicie, aunque nada más lejos del deseo de que se termine lo técnico. La inclinación del terreno disminuye pero no terminan las dificultades, seguimos avanzando por un mar de grietas, los seracs se hacen cada vez más esporádicos pero el riesgo no desaparece. Finalmente el sol hace acto de presencia y el ánimo cambia lo mismo que cambia el terreno, comienza a aplanarse paulatinamente y después de media hora de caracolear por el plano vemos las carpas del campo 1. Durante la espera del disgregado grupo aprovechamos a probar los jet-boil, calentadores de alto rendimiento, que no parecen sentir los más de 6000 msnm y que en escasos momentos llevan el agua a la temperatura justa para los primeros mates de este campamento. La vista se llena de montañas nuevamente, la arista norte del Nupse destaca a nuestra derecha, al fondo del valle glacial en el que estamos vemos pronunciado el Lhotse y asoma tras un filo a nuestra izquierda el tan ansiado Everest. El sol calienta los cuerpos y el espíritu,  y lentamente el grupo se reúne en el plano de acumulación del glaciar del Khumbu. Filmaciones, fotos, mates y conversaciones sirven para pasar las horas que sabemos nos ayudarán a la hora de aclimatar antes de bajar nuevamente al base. La violencia del sol y los paradójicos más de 30º de temperatura hacen que temamos lo peor en cuanto a la seguridad de la cascada y aceleramos el ritmo de bajada con lo que cada uno hace de su camino hacia abajo una carrera por no verse enredado en ningún incómodo evento, a mitad de camino nos encontramos con los «Doctores de la cascada» que están trazando una sección nueva ya que en el transcurso de la mañana se han desmoronado más de 300 mts del camino original, por suerte sin víctimas que lamentar. El base nos recibe con el pico de máximo calor, el cansancio es generalizado y la tarde nos permite unas horas de relajo antes de que la temperatura se zambulla al atardecer trayendo una nueva nevada. La actividad social de la tarde es una presentación de fotografías comparativas sobre el retroceso de los glaciares en el Himalaya a causa del calentamiento global presentada por David Breashears de la Asian Society . Las horas van pasando y las conversaciones hacen que olvidemos que nos hemos levantado hace más de 20 hs y ya pasados de vueltas nos vamos a dormir con la satisfacción subconsciente de haber alcanzado el campo 1 del Everest y haber vuelto sin mayores consecuencias.
El sol matutino en nuestra jornada de descanso es un premio sublime a las más de 11 hs de esfuerzo del día anterior en la cascada a 6000 mts. Tocan tareas del hogar y entre lavandería, y orden en la carpa comedor se van pasando los minutos; finalmente instalamos los paneles solares y los 12 voltios se van almacenando en las baterías, hasta que el ciclo habitual aquí en el valle del Khumbu hace presencia, la tarde se nubla y una ligera nevada cubre el Campo Base obligándonos a recluirnos en la carpa comedor, otra jornada más finaliza en la base del Chomolugma.

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