Las cadenas que circulan por correo electrónico pueden servir para generar conciencia entre la población, pero también permiten propagar mentiras e informaciones erróneas. Hace varios meses que se distribuye una cadena que intenta solucionar un problema ecológico: ¿qué hacer con el aceite que utilizamos para cocinar?
Hay que decir que, tal como publica Clarín, el mail parte de una premisa falsa (o, al menos, parcialmente cierta). Un litro de aceite comestible, al contrario de lo que asegura el texto, no contamina un millón de litros de agua. Es cierto que el aceite de soja, de oliva o de maíz es difícilmente biodegradable y que forma una película sobre la superficie de los ríos, la cual afecta la capacidad de intercambio de oxígeno. Sin embargo, según el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) de la Argentina, un litro de aceite de cocina contamina 1.000 litros de agua. De todas formas, el dato no deja de ser preocupante.
Lo peor es que el aceite vegetal usado y no apto para el consumo alimenticio puede ser reutilizado, con el tratamiento propicio, para producir jabón, fertilizante o biocombustible. Por lo tanto, el hecho de arrojar el aceite a través de la tubería no sólo es contaminante, sino que además atenta contra el reciclaje.
Decíamos que la cadena de mails no era del todo falsa: hay un tipo de aceite que, por cada litro desechado sin tratamiento, puede contaminar un millón de litros de agua y formar una mancha de cuatro mil metros cuadrados. Se trata del aceite usado de motor, que incluye metales como el plomo, el manganeso y el cadmio. El mar puede tomarse unos 15 años para eliminar este tipo de hidrocarburos.
Ya sabemos que no hay que tirar este aceite al agua: pero atención, que tampoco hay que desecharlo en la tierra, ya que destruye el humus vegetal y arruina la fertilidad del suelo. Los especialistas recomiendan colocar el aceite usado de motor en un recipiente plástico limpio, con tapa, y llevarlo a una estación de servicio o a un taller mecánico.
En cuanto al aceite de cocina, el consejo es ponerlo en una botella de plástico y entregarlo a un lugar especializado que se encargue de su tratamiento. Si no encontramos uno, una buena idea es animarse a hacer jabón o, de lo contrario y como recurso final, tirar la botella junto a la basura orgánica.
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Fuente: elblogverde.com