Solo un territorio tan agreste y caprichoso como la Antártida, podría permitir que una de sus islas lleve un nombre tan triste como “Isla de la Decepción“. Tal vez su paisaje desolado llevó a que se le conozca con aquel nombre o quizás la causa se haya en otra situación, lo cierto es que forma parte de las Islas Shetland del Sur de la Península Antártica y cuenta con uno de los puertos más seguros de esta fría región.
Foto: Histarmar
Durante algún tiempo, se establecieron un par de bases científicas de nacionalidades británicas y chilenas, siendo gravemente afectadas durante la erupción de un volcán en los años 1967 y 1968. Sin embargo es importante mencionar que actualmente, las bases existentes pertenecen a los ejércitos español y argentino.
Hablemos sobre la geografía de la isla. Se podría decir que la forma de la isla es circular y tiene un diámetro aproximado de 12 kilómetros. La mayor parte de la isla se encuentra cubierta de glaciares y además su punto más alto se encuentra en el Monte Pond, con 542 metros sobre el nivel del mar.
Su historia se remonta a comienzo del siglo pasado cuando un noruego utilizó las características de la zona en su provecho. Creo una factoría de buques para facilitar las operaciones derivadas de la caza de ballenas. Para 1913, 13 buques más se encontraban allí, sabiendo de lo aprovechable de la zona.
La Gran Depresión económica del siglo pasado originó que la estación decayera en cuanto a su rentabilidad y finalmente fuera abandonada en el año 1931. Años más tarde, el gobierno chileno inauguraría la Estación Pedro Aguirre Cerda, destruida posteriormente por efectos del volcán en el año 1969. Últimamente encontramos que en el año 2000 se levantaron dos nuevas estaciones científicas, las que siguen en la zona hasta el día de hoy.
Uno de los puntos más atractivos de la isla es sin lugar a dudas, las numerosas colonias de pingüinos barbijo, lo que le ha valido ser uno de los lugares con mayor valor turístico en la Antártida. Además, gracias al calor del volcán, existe la posibilidad de disfrutar de un baño caliente haciendo un hoyo dentro de la tierra.
En enero del año 2007 ocurrió un hecho lamentable, cuando un crucero noruego encalló en las costas produciendo el derrame de su combustible en las aguas de la Antártida. Según las pruebas realizadas posteriormente, se llegó a la conclusión de que el impacto ecológico del derrame era nulo.