Dos médicos argentinos escalaron junto a ocho andinistas el volcán Llullaillaco, en Salta, para evaluar los parámetros clínicos en alta montaña y los riesgos de salud a los que están sometidos quienes practican montañismo, informó uno de los especialistas.
Los profesionales que escalaron ese monte, de 6.739 metros y el cuarto en altura del mundo, son Leandro Seoane, experto en Emergentología y Terapia Intensiva del Hospital Universitario Austral, y Rolando Nervi, emergentólogo y médico generalista de Río Gallegos.
La investigación científica, inédita en alta montaña, se inició con el ascenso el 18 de enero y culminó con el descenso, ocho días después. Los especialistas evaluaron en la expedición los parámetros clínicos de ellos y del grupo de andinistas en diferentes alturas, desde los 3.500 metros en Tolar Grande hasta los 6.400 metros.
La tarea consistió en controlar la tensión arterial, frecuencias cardíaca y respiratoria, saturación de oxígeno en la sangre, vista, mal agudo de montaña y analizar la sangre de los deportistas que integraban el grupo.
Seoane indicó que «en Argentina se hicieron algunos trabajos en el Aconcagua, pero nunca a tanta altura», y destacó que se obtuvieron «datos de laboratorio que nunca se habían sacado»: «Es una investigación pionera en el país y una de las pocas realizadas a nivel mundial».
Los resultados
La enfermedad más temible y mortal en alta montaña es el edema pulmonar o cerebral, provocado por la escasez de oxígeno que ingresa en el organismo.
Para medir ese riesgo y saber cuándo es tiempo de descender, los andinistas llevaron una escala que indaga en los síntomas del apunamiento para predecir el edema. Mediante esa escala se le asigna un puntaje a las cefaleas, náuseas, vómitos, insomnio y falta de apetito, que son signos que se conocen como «mal agudo de montaña», que puede derivar en un edema si no es tratado a tiempo.
Seoane señaló que «esa escala de Lake Louis probó ser muy útil para detectar incipientemente el mal agudo de montañas y detener la ascensión y dio un puntaje de riesgo moderado (entre 3 y 4), aunque algunos andinistas no pudieron seguir ascendiendo»
Otro de los tests que usaron para predecir el edema fue el de la caminata, que consistió «en la toma de la saturación de oxígeno en la sangre de la persona y después hacerla caminar seis minutos para repetir la medición».
Según este especialista «si la saturación final baja más de cinco puntos con respecto a la saturación inicial, se obtiene un valor que predice que se va a padecer un mal agudo de montaña importante».
También destacó que analizaron a todos los andinistas a los 3.500 y a los 5.000 metros de altura y hallaron que «aquellos que presentaban más de cinco puntos de diferencia, no pudieron alcanzar los 6.000 metros». A los 6.400 metros, el promedio de saturación de oxígeno en la sangre era del 65%, cuando a nivel del mar los valores normales van desde 96% al 100%. Esa dificultad exige un proceso de adaptación paulatino, porque «si una persona sube a los 6.000 metros repentinamente, a los cinco minutos muere de edema cerebral o pulmonar», dijo Seoane.
Seoane aclaró que «en el trabajo realizado se comprobó que ninguna forma grave de enfermedad se instala bruscamente: toda persona afectada por un edema presenta síntomas preocupantes 48 horas antes de llegar a una forma clínica peligrosa».
Fuente: elperiodicoaustral.com